En intercambio a los hombres nunca se les presiona

Esta intimidacion social que reciben las chicas que nunca se amoldan al norma y al rol tradicional del heteropatriarcado demuestra que aun nos queda muchisimo por realizar. La comunidad nunca soporta a las hembras libres, a las desobedientes, ni a las que se desvian de la norma. Todas ellas reciben muestras de rechazo por pieza sobre su colectividad, asi­ como presiones variadas inclusive que salen de su etapa fertil.

A los hombres se les seduce con la idea sobre que si se casan, podran ponerse la doble vida (con los privilegios de el hombre casado asi­ como de el hombre soltero a la vez), y podran vivir como reyes, con una cuidadora devoto asi­ como entregada que asumira sus responsabilidades asi­ como obligaciones en el hogar asi­ como en la crianza.

Las buenas son las hembras que cumplen con el arquetipo y el mito sobre la princesa

Desde extremadamente pequenos les ensenamos a las chicas en dos categorias: las buenas y las malas. Una femina que pone en el nucleo sobre su vida el apego sensible, y que dedica cualquier su lapso, energia asi­ como dinero en esperar an acontecer elegida por el principe azul. Cuando lo logre, encontrara las puertas del paraiso: un enorme palacio en el que tendra que vivir sola esperando a que su querido regrese sobre vivir sus aventuras.

Son hembras que no existen: no tienen ayer sexual ni amoroso, nunca creen en si mismas, asi­ como continuamente estan dispuestas a sacrificarse por las demas: su marido, sus padres, sus hijos, asi­ como otros hombres sobre la clan.

Las princesas no se quejan, no tienen deseos propios, no poseen proyectos de vida mas alla sobre velar a su amado y su prole inclusive el fin sobre las dias. Las princesas son elegantes, cuidan su apariencia fisica, se mantienen en forma, tienen la tez clara y el cabello rubio, son hembras especiales que destacan por encima de las otros.

Las chicas buenas son las ailia, las malas en marchas son las mujeres de usar y tirar. Las hembras libres que deben pretension sexual asi­ como disfrutan de el sexo sin miedo y falto responsabilidad, son senaladas por el patriarcado como chicas malvadas, interesadas, manipuladoras, perversas, degeneradas, locas, desobedientes, salvajes e irracionales.

Asi funcionan las etiquetas del patriarcado, que les dice a los miembros masculinos que las buenas son respetables, asi­ como las malas no merecen respeto. Unas pertenecen a un varon, y las otras a todo el mundo por motivo de que no tienen dueno.

Los miembros masculinos creen que Existen bastante pocas “mujeres buenas”, asi­ como Asi que se lo creen excesivamente bien antiguamente sobre vincularse asi­ como comprometerse emocionalmente. Desconfian de las hembras porque en el imaginario colectivo del patriarcado, persiste el miedo asi­ como el odio a las chicas indomables que nunca se dejan domesticar ni someter.

A los ninos no les educamos con el fin de que se relacionen con las mujeres como companeras. Nosotras somos siempre “las otras”, y de muchas manera, cuanto mas desconfian sobre nosotras, mas complejo les resulta tratarnos como a iguales: en la “guerra de el amor”, somos las “enemigas” de estas que deberan defenderse.

Las princesas son mujeres sumisas, discretas, dulces, alegres, bondadosas, empaticas, generosas asi­ como altruistas

El patriarcado nos muestra a las chicas igual que seres iantes. Son gran cantidad de los personajes sobre ficcion que declaran nunca conocer en hermosas mujeres ArГЎbigo saliendo absoluto a las mujeres, o que hablan en las tramas de lo raras que somos y lo complejo que resulta relacionarse con nosotras. Somos incomprensibles por motivo de que no nos escuchan.

El miedo al conseguir de estas chicas es lo que ha construido el doctrina defensivo sobre la masculinidad hegemonica patriarcal. Debido a lo decia Eduardo Galeano: “El machismo seri­a el pavor de los hombres a las hembras sin miedo”. Referente a este panico a las hembras libres se ha edificado todo el imaginario colectivo en torno a la feminidad: nos han hecho fiarse que las mujeres que obedecen las mandatos de el patriarcado van al cielo, asi­ como la totalidad de las otras, vamos al infierno.

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